Llegó el momento. Tras conocer un poco la historia del Peugeot 508 y todo lo bien cargadito de extras que nos viene la unidad de pruebas pasamos a ver su estilo exterior e interior. Claro quedaba que era una apuesta por entrar en el segmento premium, con unos buenos acabados y remates junto con materiales de buena calidad, todo ello empaquetado en un diseño limpio, actual y bonito.
Ahora es el turno de comprobar si sus aptitudes al volante son dignas de una berlina de alto standing. ¿Qué esperamos de este Peugeot 508? Debería tener buen confort de rodadura, siendo capaz de absorber las irregularidades del terreno eficazmente. También debe ser suave en su funcionamiento, tanto del volante como en el cambio y el accionamiento de los pedales. Por último pero no menos importante, el interior debe ofrecer un espacio amigable y cómodo para todos los ocupantes, aislándote del exterior. ¿Será capaz de conseguir todo esto?
Accedemos al interior tan sólo abriendo la puerta, ya que contamos con sistema de apertura y cierre sin llave. Nos sentamos en el asiento del piloto, y al ser los reglajes eléctricos necesitamos dar el contacto, pero también es sistema de arranque sin llave.
Aquí viene un poco de información para los que nunca han podido conducir un coche automático, que además se junta con este sistema de arranque. En los automáticos, para poder arrancar el motor es necesario poner la palanca en posición N (neutral, punto muerto) y pisar el freno. En este es igual, sólo que en vez de girar la llave del contacto tan sólo necesitamos darle al botón de Star/Stop situado a la izquierda del volante mientras la llave del coche se encuentre dentro del habitáculo.
Si no pisamos el freno o tenemos la palanca en otra posición el coche nos encendería todo el sistema eléctrico pero sin llegar a arrancarnos el motor, suficiente para ajustarnos el asiento y los retrovisores eléctricos. Para seleccionar qué retrovisor queremos mover tenemos que deslizar a izquierda o derecha un botón que se encuentra junto a los encargados de subir y bajar las ventanillas en la puerta.
Tras unos minutos jugando con todos los ajustes del asiento (que son unos cuantos) y la regulación en altura y profundidad del volante (manual) creo que he dado con la posición más cómoda para mi, aunque no me siento del todo bien (soy bastante quisquilloso para eso). No es que no vaya cómodo en el asiento y no llegue bien a todos los controles, pero nunca durante toda la prueba he conseguido encontrar la posición perfecta para mi.
Ahora si, pisamos el freno, ponemos la palanca en posición N y arrancamos el motor con el botón de encendido. Vibra un poco al arrancar y el sonido a motor diésel se filtra algo en el habitáculo, pero enseguida cesan las vibraciones y el ruido. No voy a decir que no se nota que el motor está encendido, pero desde luego si tienes algo de música puesta puede que no te des cuenta (aunque hay veces que el motor estará apagado, ya que es microhíbrido y se apaga al parar en semáforos y similar).
Es el momento. Pisamos el freno de nuevo, ponemos la palanca en posición D (secuencial automático), pulsamos el botón del freno de mano eléctrico para quitarlo (si no estamos frenando no se quita), y una vez está todo correcto empezamos a acelerar.
Lo primero que se nota al salir de parado con el Peugeot 508 es como el cambio se suele mantener a unas 1500 RPM mientras va soltando el embrague para conseguir una salida lo más suave posible. En general y siempre que sea acelerar para ir cogiendo velocidad será una salida bastante cómoda, pero si estamos en un atasco, el tiempo que tarda en soltar el embrague para la cantidad de espacio que tenemos que movernos es algo elevado, siendo un poco raro para este tipo de situaciones el cambio.
Sin embargo, si vamos circulando ya sea por ciudad o por carretera el coche nos invita a hacerlo de manera suave. El motor, pese a ser tan sólo 112CV se mueve bastante bien para los 1440Kg que bascula el Peugeot 508 gracias a su gran par, 254 N/m. Homologa un 0-100 en 11.3 segundos, que aunque no es espectacular es más que suficiente.
El sistema microhíbrido entra en acción cuando estamos frenando al llegar a un semáforo o similar y el coche baja de los 10 Km/h. En ese momento el motor se para y se activa el contador ECO. Si levantamos el pie del freno el motor se vuelve a arrancar, así como si pasa un rato estando parados con el motor apagado para no agotar la batería. Si tenemos el climatizador y las luces puestas se encenderá antes que si todo esto está desactivado, por lo que el tiempo máximo en modo ECO varía.
Aun así, esa invitación a conducir suave viene dada por el cambio automático. Tengo que reconocer que en reducciones es increíble lo suave que es, a la altura del mejor cambio de doble embrague, pero en cambios de marcha superiores es bastante lento, algo que se nota mucho en aceleraciones fuertes.
Por eso si circulamos suaves los cambios de marcha al acelerar se harán anecdóticos, durando lo mismo que un cambio manual sin prisas y sin notar la pérdida de empuje. Existe además la opción de cambio en modo Sport, que sirve para que el coche aproveche más rango de RPM, esperando hasta casi las 4.000 vueltas para cambiar de marcha. La potencia máxima se encuentra a 3.600 RPM, y el par máximo a 3.000.
Existe la opción de poner el cambio en manual secuencial pero dado que en posición D podemos también, gracias a las levas en el volante, subir y bajar marchas a voluntad, es un modo que creo poco usaremos en general. La verdad es que es cómodo poder usar las levas a voluntad, ya que nos podemos anticipar bajando una marcha para tener más reducción del motor en una cuesta a la que vamos a llegar, o subir una marcha con un shortshift.
También tiene un modo kickdown, esto es, que si al apretar a fondo el acelerador (y llega un punto donde notamos como si pasáramos de un límite) la marcha actual va a demasiadas pocas vueltas para dar una gran aceleración, el cambio bajará de marcha las veces necesarias (normalmente una) para darnos las mejores prestaciones posibles, a la vez que estirará las marchas como si en el modo Sport estuviésemos.
En cuanto a volante y pedales, ambos se manejan con gran comodidad, siendo su uso muy fácil y cómodo. El volante está muy filtrado, algo bueno para el consumidor habitual de este modelo, y también es poco directo (para ayudar a la suavidad de giro), por lo que habrá que girarlo más en rotondas y curvas. Los faros de Xenon son direccionales, por lo que apuntarán en la dirección en la que estemos girando el volante y según la cantidad girada. Muy útiles y los recomiendo al 100%. También el retrovisor central anti-deslumbramiento es de esos detalles que agradeces por las noches.
En cuanto al confort de rodadura el Peugeot 508 es un devora kilómetros. Quizá le penaliza un poco en el apoyo lateral, pero como he dicho, este coche invita a conducir tranquilos, sin prisas y de forma suave, por lo que no es un problema. A cambio obtienes un coche que permite circular por carreteras maltrechas sin que apenas notes nada, o que no te duela si por error pasas por encima de un bache/agujero.
En ciudad es cierto que no es su hábitat natural, pero no es complicado moverse por ella, y aparcar no se hace tan sufrido gracias a los sensores delanteros y traseros de aparcamiento. Está además muy bien insonorizado, con lo que tanto en ciudad como en carretera no notarás o bien el ruido de los otros coches o el ruido aerodinámico.
Un detalle que me ha gustado mucho ha sido la proyección de la velocidad en el salpicadero. Es muy útil para tener en todo momento la velocidad controlada sin desviar la vista de la carretera. Además, gracias al control de velocidad y un medidor GPS hemos podido verificar que el desfase entre la velocidad que nos indica el coche y la real es de tan sólo 4 Km/h.
Lo que no me ha terminado de gustar es el ángulo muerto que tiene por la parte del conductor. Estaría muy bien que dentro de todo el equipamiento estuviera incluido de serie o como opción un testigo de detección de ángulo muerto. Esto ocurre porque el pilar B queda muy cerca de la cabeza, tapando toda la zona que no cubre el retrovisor izquierdo. Salvo este detalle, el resto de la visibilidad, tanto delantera como trasera es bastante buena.
El sistema de frenado es correcto sin más. No lo he probado a fondo, pero el coche no tenía problemas en detenerse. Es posible que no aguanten mucho bajo un uso intensivo, pero como no es la finalidad que tiene el coche no lo consideramos un problema. Si acaso en bajadas prolongadas con reducir una velocidad o dos sería suficiente.
Con todo esto y tras recorrer 600 Km realizando trayectos tanto por ciudad como por carretera obtuvimos un consumo mixto de 5.7 l/100Km, gastando algo menos de medio depósito (72 litros en total). Este consumo se corresponde con el homologado en ciclo urbano, pero al tener tan sólo 1.500Km el coche es normal que el consumo suba, por lo que creo que no será complicado conseguir cifras cercanas a los 5 litros exactos cuando el coche tenga unos 10.000 Km encima.
Con esto acabamos nuestra tercera parte de la prueba. Ya sólo nos queda la parte final, donde haremos una valoración en general del Peugeot 508 y lo compararemos con sus rivales directos.
En FajardoRacing: Peugeot 508 1.6 e-HDI de 112CV (I) | Probamos el Peugeot 508 1.6 e-HDI de 112CV (II)
Pingback: Bitacoras.com
Pingback: Probamos el Peugeot 508 1.6 e-HDI de 112CV (I) | Fajardo-Racing
Pingback: Probamos el Peugeot 508 1.6 e-HDI de 112CV (II) | Fajardo-Racing