Tras la resaca electoral (para el que celebrase la victoria en las urnas) toca plantearse qué efectos puede tener en este mundo que nos apasiona y que es el motor. Nuevos jefes significa siempre cambio de cabezas. Unas ruedan y otras sustituyen, es ley de vida. Como el señor Pere Navarro se nombró por parte del PSOE, dudo mucho que el PP, los antagonistas, vayan a mantenerlo en el cargo, aunque haya conseguido convertir la DGT en una rentable empresa.
Tras una gestión de varios años es cierto que ha conseguido reducir las cifras de muertos en carreteras. La mejora de las infraestructuras, tanto carreteras como servicios de emergencia, sumado a la evolución de la seguridad activa y pasiva (y a la renovación del parqué automovilístico español) y el acojone que ha metido Pere a correr con tanta multa y tanto asustar al personal ha surtido su efecto. Menos muertos, muchas multas y muchos aborregados a los que se les ha olvidado conducir o conducen con miedo o tensión.
¿Es la mejor forma la que ha hecho Pere Navarro de reducir la cifra de muertos? Bueno, si se pudieran aislar las razones por las que ha descendido la mortalidad, creo que saldría un dato algo en contra de sus medidas. ¿Porqué? Porque siempre las ha enfocado a meter miedo y meter la mano en el bolsillo al conductor, aunque el carnet por puntos sí que creo que tiene su efecto positivo.
Largo y tendido se ha hablado ya sobre su gestión, pero ahora se abre una puerta de ¿esperanza? Viendo lo rentable que se ha vuelto la DGT, me temo que pondrán a alguien al frente que seguirá con la misma política (o muy parecida), y que poco avanzaremos en los próximos años en materia de seguridad vial. Eso si, será todo maravilloso y mucho mejor porque no es Pere Navarro, y puede que, hasta algunos le podamos echar de menos, que con lo ganso que es a veces y las frases tan jocosas que suelta sin inmutarse se le coge cariño.
Por favor, si me lee alguien del PP, no pongáis al señor José Ignacio Echeverría, que encima de creerse por encima de los demás va de listo y la cagó bien cagada, afirmando entre risas que el metrobús no existía, siendo él consejero delegado de transportes de la comunidad de Madrid.
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